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Transformar la sociedad en humanidad.


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Ese dolor insondable, maleable, controvertido, etéreo y desteñido. Lo reconozco, me manipula, lo destierro y vuelva una vez tras otra a mi regazo. Ese dolor convertido en musa, en pesadillas recurrentes, en imágenes infames de fantasmas que aún no existen, sudor y frío, angustia vital.

Ese dolor indoloro que se esparce por los sueños, que se engorda tras el ego, que habla y cuenta historia enterradas en el hipotálamo, que desdibuja una horquilla de recuerdos manipulados .

Ese dolor impreciso gestiona voluntades, se filtra por el desagüe y vacía la sinopsis argumental.

Ese dolor, es dolo, es duelo, Y se nutre en momentos de la vida en la que uno experimenta la cercanía de la muerte, propia o ajena, la muerte no entiende de voluntades ni presencias y apariencias.

Nos educan para sobrevivir de espaldas a la muerte. Cuando deberíamos educar para vivir de cara a una realidad insondable: desde que nacemos, morimos. Y este axioma universal, que afecta a todos los seres vivos, a nosotros, los humanos, desarrollo inequívoco de una inteligencia suprema, malgastada y desaprovechada en nutrirla de condimentos artificiales como la fama, el reconocimiento social, el prestigio ,la apariencia y la satisfacción de necesidades banales…Un día, se aproxima La Parca a tus brazos y , si tienes la suerte de tomar conciencia y hacer balance de paso por esta bendita tierra, te das cuenta de que no te arrepientes de nada de lo que has hecho, sino de aquellas cosas que has dejado por hacer.

Esa verdad inequívoca a la que llegué hace 14 años conviviendo con la posibilidad de mi propia muerte, la he experimentado ahora al vivir de cerca lo que pudo ser la pérdida de uno de los seres más especiales que hay en mi vida. Y una vez más, con la constancia y apremio que da estar cerca de los 50 años , gestiono, comprendo, reconozco y transcribo que ese dolor me lleva implícitamente a reconocer que tras él lo que aguarda es una emoción milenaria, que acompaña al ser humano desde el comienzo de los tiempos. Miedo. Y acogiendo ese miedo dentro de mí, dándole el lugar que tiene entre mis emociones, desarrollo un nuevo sentido de vida: La aceptación de que todo fluye, todo es transitorio, porque la vida es transitable, como el camino que recorremos, del que hemos hecho algunos principio activo de vida.

Ahora, entiendo con lucidez las palabras del maestro Vicente Ferrer, y desde la más íntima humildad, las agonías:

¿Cuál es el sentido de tu vida? ¿Para qué estás en este mundo?

-Debes transformar el mundo con tus propias manos.

- Debes transformarte a ti mismo.

Todas las personas tenemos esta misión: Transformar la sociedad en humanidad.

Experimenta la transformación: Convierte tu paso por la vida en un legado de Amor .


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