La memoria emocional
Hay un tejido sensato, con memoria emocional que supura cada rincón de mi cuerpo. Hay un equilibrio dinámico, sincrónico entre mis emociones y mis pensamientos. Se nutre del recuerdo icónico de los ausentes, de los muros levantados entre la pérdida y el indoloro sabor de la partida. Cuanto más amo, más me descubro, menos comprendo el mundo egoísta de los que incomprensiblemente han apostado por abandonarse en las manos del miedo, ese oscuro espejismo que refuerza nuestras creencias irracionales, que desteta los rancios complejos de no querer abrazar la felicidad.
No he llegado hasta aquí cubierto de gloria que supura a impostura…León Felipe escribió que” el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos” cuentos de excusas, cuentos de envidia, cuentos de ira, cuentos de procrastinación, de recelo … Nos hemos inventado al monstruo para que calle a los niños, lo hemos encerrado en un armario y puesto vigilante debajo de la cama para que asuste nuestra conciencia, la que sabe porque nace con ella, que el amor nos salvará de todos los monstruos, de cada minuto que pasamos alimentando nuestro ego impasible , el que nos impide avanzar.
La esperanza es estructural, no viene y se va, está, siempre ha estado para quedarse en el corazón de las personas. Sólo hay que dejarse llevar, oler el sabor de la victoria, ese camino transitable que se recorre desde la esperanza hasta la compasión, que despunta todas las mañanas, al alba, para secuestrar los malos pensamientos.
Producto de leyendas. Pedazo de Dios, tierra y polvo.
Aquí y ahora, me digo… Esta es mi vida. Un camino de amor y esperanza.
