Diez cosas que aprendí de mi padre que jamás olvidaré y una más de regalo.
Hoy hace cinco meses que nos dejó. Algunos pueden pensar que los días 10 son días tristes, pero para nada. Lo más importante de un ser humano es el legado emocional que nos deja. El cuerpo se marcha, se transforma pero los recuerdos y enseñanzas permanecen.
Hay una conexión cósmica entre las acciones y los recuerdos. Algunas personas se traumatizan porque graban las malas acciones que ha padecido en sus vidas. No es mi caso, todos los recuerdos que tengo de mi padre son buenos, hermosos. Y hoy, modo de decálogo comparto con vosotros 10 cosas que aprendí de mi padre.
Nunca envidies a nadie por lo que tiene ni por lo que es. Desde pequeño, mi padre nos decía que uno no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita. La envidia no estaba en el diccionario de mi padre y nos inculcaba que había que alegrarse de los logros de los demás…”la envidia es insana y come a las personas por dentro”.
La clase no se compra, se tiene o no se tiene… Me encantaba ver a mi padre con un traje que se compró veinte años atrás y parecía que lo estaba estrenando. Nos educó mucho en lo que él denominaba “clase”, que no era otra cosa que saber estar, ser digno, elegante, tanto en el vestir como en las buenas maneras… “Un hombre puede ir con un traje viejo y los zapatos limpios y tener más clase que alguien que lleve un traje de 1500 euros y no sabe llevarlo, porque la cara la tiene “agriada”.
Amor por el cine, la literatura y el teatro… Recuerdo que en mi casa siempre se hablaba de cine, de películas emblemáticas, de teatro musical, de zarzuela, de tonadilleras, de arte…Aún sin estudios, mi padre era un hombre muy culto porque estaba muy interesado por la cultura y nos transmitió el amor al espectáculo…Vale, mamá, ya se que se iba muchas veces a jornadas dobles de pelis…él era así…
Sentido de la justicia social. Hay mucho más allá del dinero, de los objetos materiales. El ser humano es lo más importante: su dignidad y el respeto. Siempre valoró el respeto a la diferencia, a la diversidad, a los desamparados, a los más vulnerables. Su conmiseración era inmensa, su nobleza altiva. Dar la mano al que lo necesita, ayudar al prójimo, ser solidario con los que nos rodean.
No dejes de soñar. Mi padre tenía un gran niño interior, disfrutaba jugando con nosotros de pequeño, cantando canciones, haciéndonos pasar “miedo” en el salón de casa o todos metidos en la cama…”ya viene por la puerta….ay, mamaíta mía quien será”….
La Navidad es un momento mágico. Cuantas navidades junto a él…desde Noviembre ya estaba celebrando la llegada: compraba bolas para el árbol de navidad, dulces, sacaba el Belén…disfrutaba inmensamente con esta época del año: cenábamos antiguos villancicos, hacer pestiños, meterse en la cocina a preparar suculentos platos navideños… Por eso pensamos seguir celebrando estas fiestas en su memoria, y junto a sus recuerdos.
El camino de Santiago es el camino de baldosas amarillas para el peregrino. Lo encontró de mayor y ya no pudo separarse de él. Todo giraba en torno al camino de Santiago, de su asociación de hospitaleros, del pueblo donde ese año iba a ir como voluntario a cuidar a los peregrinos…Sus ojos brillaban preparando el viaje, ayudando a los que lo necesitaba, dando de comer al peregrino, acompañándolos en su propio camino de baldosas amarillas
La familia es el núcleo. Consiguió morir teniendo a toda su familia unida, Sus tres hijos como una piña y su mujer…junto a sus hermanas. Tenía “veneración” hacia su familia, a la que siempre estaba dispuesta a ayudar de la forma que fuese…Ese legado nos acompañará de por vida…
Amor por los animales. Akela, nuestro Huskie siberiano nos acompañó durante 11 años…era uno más de la familia, al que mi padre sacaba a pasear, mejor dicho, Akela sacaba a mi padre…pero el amor hacia los animales, como el respeto, fue infinita. Nunca entendió que hubiera personas que maltrataran a otros seres vivos…Recuerdo que quitaban las noticias cuando aparecían imágenes de animales maltratados porque era incapaz de verlas. Hoy en día, todos en la familia amamos a los animales.
Vivir desde la sencillez. La vida solo se vive una vez, nos decía, por eso hay que vivirla sin hacer daño a nada ni nadie, vivirla con sencillez pero rico en valores, en experiencias, en vivencias y en creencias. Amar con plenitud.
La undécima, es un regalo:
Aprende a pedir perdón y a dar las gracias.
Puede que un día, sea demasiado tarde y te coja la vida a contratiempo…
Besos, papá.